miércoles, 13 de noviembre de 2013
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martes, 11 de diciembre de 2012
Próxima sesión
Os recordamos que el próximo jueves 13 de Diciembre tendrá lugar en la biblioteca del IESO la sesión conjunta de los clubes de lectura juvenil y de adultos; con el fin de comentar el libro "No me iré sin decirte adónde voy", de Laurent Gounelle. Comenzaremos a las 18.30, después de la reunión con los tutores.
¡Un saludo y feliz lectura!
lunes, 23 de abril de 2012
La casa del obispo
Cuentan que, cuando los franceses mataron al obispo Álvarez de Castro, las escaleras de la casa quedaron tan manchadas con la sangre derramada que por mucho que se limpien la mancha permanece.
Mi primo quiso comprobar en persona lo cierto de esta leyenda, dado que todos los habitantes de Hoyos la daban por verdadera, y se acercó hasta la casa. No pasó mucho tiempo desde que localizó la mancha hasta que sintió un intenso escalofrío por todo el cuerpo al comprobar todo lo que yo le había contado.
Desde entonces, cada vez que viene al pueblo, evita pasar cerca de la casa, porque, lo mismo que el resto de vecinos, siente, de manera inexplicable, que allí ocurre algo raro.
martes, 10 de abril de 2012
Atrapados
Los mineros comenzaron la excavación con la ilusión de un futuro mejor, sin embargo, pasaban los días, largos y duros, y el oro no aparecía. Los trabajadores apenas descansaban, pero los propietarios de la explotación exigían más y más trabajo, porque cada día que pasaba sin encontrar nada, suponía innumerables pérdidas. Tal era su desesperación, que fijaron un plazo para encontrar oro; si en dos días no lo hallaban, la mina dejaría de ser explotada.
Los mineros, temerosos de quedarse sin trabajo, se atrevieron a adentrarse en lo más profundo de la excavación y un desprendimiento de piedras taponó la entrada y la salida de la mina. Tras varias noches allí encerrados, sin comida, sin agua, sin aire, murieron irremediablemente, creyendo que nadie se había preocupado de socorrerlos.
Cuenta la leyenda que, desde entonces, cada vez que alguien ronda por el lugar de madrugada, puede oír los gritos desesperados de los mineros olvidados que se lamentan de su suerte.
martes, 27 de marzo de 2012
El Capazo
Cuentan las leyendas que en un pueblecito de la Sierra de Gata vivía, hace mucho tiempo, un grupo de capaceros y capaceras, dirigido por un hombre feo y de rasgos toscos, llamado Camuñas. Todos se ayudaban en las tareas del campo, porque se ganaban el sustento vendiendo aceitunas y aceite.
Un año, después de recoger la cosecha, quedaron desolados. Llevaban largo tiempo sufriendo sequías y las cosechas no eran buenas. Había que buscar otra forma de trabajar la tierra para que diese buen fruto.
El Camuñas decidió entonces reunir a todos los capaceros y capaceras para abordar el problema y encontrar una solución. De este modo, entre todos acordaron celebrar, a principios de la primavera, un ritual para atraer una suerte más propicia.
Y así se hizo. Ya entrado el mes de abril, Camuñas, con motivo de las fiestas patronales, comenzó a deleitar a su grupo con melodiosas canciones inspiradas en su propia vida y, al son de cencerros, recorrió todas las calles del pueblo para reunir a todos los capaceros y llevarlos hasta la plaza para realizar un impresionante “Capazo”. Camuñas sacó el fuego de su bandolera y las llamas comenzaron a elevarse. Con este ritual se pretendía quemar todo lo malo del año anterior y desear lo mejor para el siguiente.
Dicen los ancianos del lugar que, misteriosamente, las cosechas mejoraron y la racha de sequía terminó. Por eso, desde entonces, cada año, cada primavera, el fuego vuelve a quemar la mala suerte y los vecinos del pueblo piden al nuevo año fertilidad para su tierra, entre dulces de naranja, harina y aceite,
Mario Hermoso Hernández
martes, 6 de marzo de 2012
La princesa de la Sierra
Es tal la velocidad que llegan a tomar esas titánicas rocas al ser arrojadas al espacio por las fornidas manos de la misteriosa princesa, que más de uno de los curiosos nocturnos ha huido, a toda velocidad, entre los intrincados riscos y tupidos matorrales, por miedo a ser aplastado por alguna de esas gigantescas piedras.
Una vez finalizado tan inquietante entretenimiento, nuestra misteriosa princesa deja en su lugar los objetos de juego y regresa a su acostumbrado refugio. En él aguarda la llegada de algún apuesto príncipe que la libere del encantamiento al que fue condenada en los albores de los tiempos, cuando el resto de la humanidad ni siquiera habitaba estas tierras.